
Estacioneros se reunieron en Tucumán para buscar soluciones a la caída de la rentabilidad y el alto costo laboral
Analizaron un panorama que, según explicaron, se torna cada vez más preocupante: la pérdida sostenida de utilidades y el creciente peso de las cargas sociales y laborales en la operatoria diaria de las Estaciones de Servicio.
Aunque se liberaron los precios y desde el Gobierno impulsan medidas para flexibilizar el sector, los dueños de Estaciones de Servicio siguen preocupados por los verdaderos problemas que enfrentan todos los días. En la última reunión de CECHA lo dejaron bien claro: la diferencia entre lo que venden y las obligaciones que tienen que cubrir sigue creciendo, y eso les está haciendo muy difícil sostener el negocio.
El encuentro, organizado por la Cámara de Expendedores de Tucumán, tuvo como anfitrión y principal expositor a su presidente, Sebastián Vargiu, quien no dudó en poner en palabras la preocupación generalizada: “La divergencia que existe entre la evolución de nuestros ingresos y el incremento de nuestros gastos produce una pérdida constante de rentabilidad que, de persistir, hará inviable el negocio para la mayoría de las Estaciones de Servicio”, advirtió.
Durante el encuentro, se expusieron cifras concretas que grafican el deterioro del negocio. A valores constantes, decrece año tras año la comisión por litro comercializado de nafta súper, al punto de que cada vez se necesita vender más combustible para cubrir un solo salario.
Según detalló a surtidores.com.ar el referente tucumano, “en 2018 se necesitaban comercializar 10.200 litros anuales para pagar el sueldo de un vendedor de playa; en mayo de 2025, esa cifra ya supera los 14.000 litros, lo que representa un incremento del 40 por ciento.”
Para CECHA, el panorama empeora cuando se analiza el costo total de una planilla salarial: “Hoy una estación de servicio necesita vender al menos 210.000 litros para cubrir los haberes de 15 empleados”, ejemplificó el empresario norteño.
Uno de los puntos más discutidos fue la asimetría que existe entre las petroleras y los operadores minoristas. Mientras las primeras establecen el precio de los combustibles contemplando sus propios costos y asegurando márgenes de rentabilidad, las estaciones quedan a merced de esos valores sin poder trasladar sus propios aumentos de costos. “En toda actividad económica, el precio de un bien se define por su costo más un margen de ganancia. Para nosotros, esa regla básica no se cumple”, explicó Vargiu.
Durante el evento, recordaron que durante este mes, las estaciones sufrieron una baja del 5 por ciento en sus ingresos por litro, mientras los costos operativos escalaron hasta un 3 por ciento. Esa ecuación –ya negativa desde hace tiempo– profundiza, según los expositores, una crisis que amenaza con el cierre de numerosos establecimientos.
Otro de los factores señalados fue la política de precios aplicada al sector en los últimos años. “Por políticas cambiarias, impositivas y el contexto internacional, el precio de los combustibles evolucionó muy por debajo del Índice de Precios al Consumidor, que sí se traslada a las paritarias termina impactando de lleno en nuestros principales egresos”, planteó el titular de CAPEGA.
Los empresarios coincidieron en la necesidad de que se establezca un mecanismo permanente que compense estas distorsiones y que permita ajustar la comisión conforme a los verdaderos costos del servicio. “Nuestro riesgo debería estar circunscripto a las cantidades comercializadas, no a perder utilidad en cada litro que vendemos”, concluyó Vargiu.